por Jaime
¿Qué tipo de vida se puede llevar cuando tu memoria sólo dura una hora y veinte minutos? La novela de Yoko Ogawa La fórmula preferida del profesor da una respuesta a esta extraña pregunta… ¿es que acaso se puede vivir de esa manera?
El profesor puede. No tanto porque tenga su chaqueta gris infestada de notas que le recuerdan los aspectos más esenciales de su peculiar forma de vida a la manera de los tatuajes del protagonista de Memento, sino porque sus amigos y su familia son los números. El profesor conoce todos los detalles sobre los números, reconoce dos números amigos (un concepto que existe realmente en teoría de números) a simple vista, y es capaz de transmitir su pasión sobre los números a cualquiera que le preste un poco de atención.
La novela de Ogawa reúne a tres personajes desamparados que van aprendiendo los unos de los otros en el transcurso de la novela: el profesor, su asistenta y el hijo de ésta, al que el profesor bautiza como Root porque su cabeza recuerda al símbolo de raíz cuadrada (lleva una gorra de béisbol). No ocurre mucho más allá de la convivencia diaria de estos tres personajes, los nerviosismos del profesor cuando amanece cada ciclo de 80 minutos, y las pequeñas enseñanzas del profesor.
No obstante, con la convivencia va surgiendo una familia extraordinaria dominada por el cariño y el cuidado de todos hacia todos. Extraordinaria, porque el profesor parece incluso superar incomprensiblemente su amnesia para recordar que se debe a ese chico tan listo y con tantas posibilidades.
Esta novela de Yoko Ogawa ha vendido más de dos millones de ejemplares sólamente en Japón, lleva siete ediciones en menos de dos años en nuestro país, ha sido traducida a múltiples idiomas, ha conocido una versión en cómic y una adaptación cinematográfica.
El éxito se explica porque Ogawa es la escritora japonesa más exitosa que existe; porque escribe con madurez y sensibilidad; porque no se abandona a las tentaciones de escribir una historia extravagante (más bien, es una historia detallista pero de mínimos acontecimientos). Pero sobre todo, se trata de dos cosas:
Por una parte, Ogawa consigue conectar con la mentalidad japonesa al mismo tiempo que supera los excesos de las producciones pop, es decir, crea una historia notablemente sentimental sin caer en el patetismo.
Por otra parte, consigue el milagro de humanizar una disciplina tan ardua y abstrusa como las matemáticas. El libro está lleno de números, y, sin embargo, la lectura transcurre sin sobresaltos ni trabas, elevándose gracias a la mágica belleza de los resultados, los factores, y la admiración hacia ese extraño personaje que es el profesor, que participa y gana concursos matemáticos como quien hace un sudoku después de comer.
En cierto modo, Ogawa ha dado a su vez con una fórmula, la preferida por el público. La misma fórmula de fábulas contemporáneas como Amelie, La vita è bella o Volver. Todas con sus trasfondos nacionales (Francia, Italia, España y Japón), y todas universales.
Filed under: Literatura | Leave a comment »